Antonio Aguilar y Vicente Fernández, dos íconos de la música ranchera en México, vivieron una relación marcada por la rivalidad, a pesar de su aparente amistad. Aunque ambos se consideraban amigos, numerosos rumores sugieren que existía envidia, especialmente de Fernández hacia Aguilar, quien alcanzó un notable éxito en su carrera. Flor Silvestre, esposa de Aguilar, mencionó que la competencia se intensificó cuando Vicente intentó conquistar a varias mujeres de la industria, incluida ella misma.
La tensión también se evidenció en el ámbito profesional; se cube que Vicente intentó atraer al sastre de Antonio, lo que generó un gran malestar entre ellos. Además, los hijos de ambos cantantes, Pepe Aguilar y Alejandro Fernández, han mantenido una rivalidad que perpetúa la tensión entre las dos dinastías. A pesar de estos conflictos, ambos artistas se respetaron mutuamente en los momentos críticos, asistiendo a los velorios de cada uno. La historia de estos dos grandes charros revela que, detrás del éxito y la fama, siempre hay un trasfondo de competencia y rivalidad.