El lado macabro de Nayib Bukele | Todo lo que no sabías

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El presidente salvadoreño Nayib Bukele, autodenominado “instrumento de Dios en la tierra”, ha generado opiniones polarizadas tanto a nivel nacional como internacional. Desde que asumió el cargo en 2019, Bukele ha implementado políticas que han sido aclamadas por muchos, transformando a El Salvador de uno de los países más peligrosos del mundo a uno de los más seguros de América Latina. Sin embargo, sus métodos han sido objeto de críticas severas, acusándolo de violaciones a los derechos humanos y de establecer un régimen autoritario.

Uno de sus logros más destacados es la drástica reducción de la tasa de homicidios, que cayó de 106.3 a 2.4 por cada 100,000 habitantes en menos de una década. Esto se ha logrado a través de medidas extremas, incluido el estado de excepción, que permite la detención de miles de personas sospechosas de pertenecer a pandillas. Hasta enero de 2024, más de 75,000 personas han sido arrestadas bajo este régimen, generando denuncias de capturas arbitrarias y abusos de poder.

Bukele también ha buscado perpetuarse en el poder a través de reformas constitucionales, lo que ha llevado a comparaciones con dictadores históricos. La comunidad internacional, incluidos organismos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, ha señalado que su enfoque prioriza los derechos de los delincuentes sobre los de la mayoría honesta. Además, la implementación del bitcoin como moneda de curso authorized ha generado preocupación por la estabilidad económica del país, a pesar de que se le atribuye un aumento en la inversión y el turismo.

El mandatario ha sido señalado por silenciar a la prensa y restringir el acceso a la información, implementando leyes que castigan a los periodistas que critican su gobierno. A medida que se acercan las elecciones de 2024, la figura de Bukele continúa siendo un tema candente, con muchos gobiernos en la región observando su modelo de gobernanza, que mezcla populismo con tácticas de management autoritario. El futuro de su administración y de El Salvador sigue en el aire, mientras se intensifican las preguntas sobre su legado y el costo de sus políticas.

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